Guía de mantenimiento preventivo para motores diésel en talleres
A pesar del auge de la electrificación, los motores diésel siguen representando una parte significativa del parque automovilístico español. Los talleres que dominan su mantenimiento preventivo fidelizan clientes y evitan reparaciones costosas derivadas del abandono de estos propulsores.
El cambio de aceite constituye la operación más básica pero también la más crítica. Los motores diésel modernos equipados con filtros de partículas requieren aceites de baja ceniza (clasificación ACEA C) que no obstruyan el sistema de escape. Los talleres deben verificar las especificaciones del fabricante y evitar lubricantes genéricos que comprometan la durabilidad del motor.
El filtro de combustible merece atención especial en vehículos diésel. Su función de retener impurezas y agua es vital para proteger los inyectores de alta presión, componentes extremadamente sensibles cuya sustitución supera frecuentemente los mil euros. Se recomienda su cambio cada 30.000 kilómetros o según indique el fabricante.
El sistema de admisión acumula carbonilla procedente de la recirculación de gases de escape. La válvula EGR y el colector de admisión deben inspeccionarse periódicamente, especialmente en vehículos que realizan trayectos urbanos cortos donde el motor no alcanza temperatura óptima. La limpieza preventiva evita pérdidas de potencia y consumos elevados.
El filtro de partículas diésel (FAP/DPF) requiere regeneraciones periódicas que el propio vehículo ejecuta automáticamente. Sin embargo, cuando estas regeneraciones fallan, el taller debe intervenir mediante regeneración forzada con equipos de diagnóstico. Informar al cliente sobre el uso adecuado del vehículo previene averías recurrentes.
La distribución representa otro punto crítico. Las correas o cadenas de distribución tienen intervalos de sustitución que nunca deben superarse, ya que su rotura provoca daños catastróficos en el motor. Los talleres deben consultar los intervalos específicos de cada modelo y registrar estas operaciones en el historial del vehículo.
Finalmente, el sistema de refrigeración necesita revisiones del estado del líquido anticongelante, manguitos y termostato. Un motor diésel que funciona demasiado frío genera más carbonilla y desgaste, mientras que el sobrecalentamiento puede dañar la culata irreversiblemente.